Jesus Guerrero: "Calma"

Concierto en la Bienal de Flamenco de Sevilla 2016

Viernes 23 de septiembre de 2016 por Claude Worms

Jesús Guerrero: “Calma”

Iglesia San Luis de los Franceses – 16 de septiembre del 2016

Composición y guitarra: Jesús Guerrero

Percusión: Paco Vega

Bajo: Manuel Sierra “Chechu”

Cante: Alba Carmona

Cante y palmas: Miguel Ángel Soto Peña “El Lndro”

Baile y palmas: Antonio Molina “El Choro”

En otra ocasión hemos alabado el talento de compositor e intérprete de Jesús Guerrero cuando reseñamos su disco, "Calma". Y hemos confortado nuestra opinión en este recital disfrutando además de la tensión y la emoción del concierto público. La tensión del guitarrista se manifestó a lo largo del programa con unos aires un poco más rápidos que en la grabación sin que la precisión rítmica y la articulación estén mermadas. En cuanto a la emoción fue perceptible desde el primer toque por rondeña (“Rafaela” ), con sus silencios, y unos “bends” más elocuentes que en la grabación. La coda a compás de jaleo hizo destacar su dominio de los rasgueados que además de su valor rítmico tenían como en otros toques del programa función de elementos de composición.

Siguieron dos composiciones que no estaban en el disco. Primero la Soleá “Entre sombra y alma” que mezclaba en un flujo continuo unas falsetas originales (para las cuales hemos vuelto a encontrar la construcción típica de sus composiciones, véase nuestra reseña del disco Calma), unos paseos tradicionales en rasgueados remodelados rítmicamente con mucha invención y unos fugitivos homenajes a algunos maestros del palo - rasgos en los bajos y falseta F – Eb - F – E en arpegios en las tres cuerdas agudas a la manera de Pepe Habichuela, remate G7 – Bm7(b5) – F - E de Ramón Montoya y escala en picado en el estilo de Sabicas en la aceleración final.

Paco Vega (percusión) y Manuel Sierra “Chechu” se habían reunido con él en el escenario para la coda de la Soleá. Luego encadenaron unos tangos resueltamente caribeños, también inéditos (“Tangos de la Guayabita” – modo flamenco sobre Re#) elaborados siguiendo el mismo modelo que la rumba “Café Noir”: presentación del tema notas contra notas en un dúo guitarra - bajo, luego intercambios de solos entre los dos instrumentos puntuados por unas repeticiones del tema, sistemáticamente variadas en cuanto a fraseo y a ornamentos se refiere, y “breaks” de percusión. El derroche melódico de la realización no perjudicaba su coherencia, sólidamente estructurada por unas progresiones armónicas subyacentes a veces subrayadas por unas puntuaciones armónicas lo suficiente parsimoniosas para no frenar el impulso vital del toque.

Y lo mismo diría de “Hurry”, un homenaje a la música popular latinoamericana con justo lo que bastaba de demostraciones virtuosas para levantar el público, y que nos permitió disfrutar del cante de El Londro. He de destacar las cualidades de ese gran y original cantaor (véase El Londro "Luna de enero") demasiado subestimado a nuestro parecer, capaz de realizar unas partes vocales impecables adaptadas a las exigencias del contexto o de expresarse de manera más personal con un estilo inmediatamente identificable. Y eso hizo al interpretar las alegrías (como lo hizo hace casi veinte años con José Luis Montón para las alegrías “Me sabe a mar” – disco “Aroma”, Auvidis Etnic, 1997), que no tenían nada en común con el disco salvo el título, “La Carraca”. Se trataba para el guitarrista de un ejercicio de estilo en Do Mayor (sin tener en cuenta la cejilla): falsetas y acompañamientos tradicionales impecables, con el añadido del taconeo de El Choro poderoso y rítmicamente incisivo, ni demasiado corto ni demasiado largo.

Un zapateado inédito (y sin título) nos brindó otro toque virtuoso con algunos fragmentos duplicados por el bajo y un “puente” hacia la bulería, antes de volver a concentrarnos dispuestos a escuchar el díptico “El principio de todas las cosas” / “Anne Frank”. No volveremos a hablar de esas dos fuertes y hermosas composiciones descritas con todo detalle en la reseña que hicimos del disco. Cabe decir simplemente que Alba Carmona cantó de manera más áspera y más expresionista que en la grabación en estudio pero con la misma entrega y emoción.

La rumba “Café Noir” se tocó en un aire endemoniado, hasta tal punto que los palmeros tuvieron dificultades para mantener la pulsación y tocar los contratiempos durante el largo solo de guitarra, seguido de un solo de bajo. Los músicos parecían no sentir ya la presión del concierto: el bajista canturreaba sus propias líneas de bajo, estilo jazzman, "chase" guitarra / percusión para la repetición del tema, y sonrisas de Jesús hacia sus colegas (como diciendo "¡ mirad lo hago!").

Misma tranquilidad serena y misma calurosa complicidad para las bulerías finales, y un público (y un servidor) encantado.

Claude Worms

Traducción: Maguy Naïmi

Fotos: Bienal de Flamenco de Sevilla





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