Antonio Lizana - Sala Galileo Galilei, Madrid, 20 de octubre 2018

lundi 22 octobre 2018 par Mario Herrero

Voz y saxofón : Antonio Lizana / Batería : Shayan Fathi / Bajo : Jesús Caparrós / Teclados : David Sancho / Baile : Maui de Cádiz.

Sala Galileo Galilei, Madrid, 20 de octubre 2018

Foto : Ana Solnís

¿Conocéis a Antonio Lizana ? El saxofonista de Cádiz que estudió en Musikene. Formó su propio grupo en el País Vasco hace ya unos cuantos años y empezó a dar que hablar desde el principio. Los que entienden saben que toca a un nivel de calidad altísimo. No falla ni una. Improvisa a toda velocidad y ni una sola nota se le sale de la armonía. Con virtuosismo, con gusto y con melodía. Es creativo y creador. Compone temas cuyos estribillos gustan y enganchan tanto como los estribillos comerciales de flamenco-pop, pero sin perder un solo palmo de terreno en la complejidad y la elaboración.

¡Ah ! ¿No os lo he dicho ? Lo que hace es flamenco-jazz. Y también canta. Y canta con aje y con duende y gusta a los flamencos de siempre. Es el buen chico del flamenco y es el buen chico del jazz. Todo le quieren porque hace las cosas bien desde todos los ángulos desde los que se le mire.

Foto : Fotografía Puig

Este sábado 20 de octubre lo demostró en su actuación en la Sala Galileo Galilei en Madrid. Podría haberse dado un concierto sólo como cantaor, acompañado por un cuadro flamenco, y habría sido un concierto magnífico, con una voz fina y a la vez muy flamenca y con originalidad y personalidad en los temas. Podría haber dado un concierto sólo como saxofonista, jazz instrumental, y habría sido un concierto de un nivel impresionante, en el que todos los músicos demostrasen su dominio absoluto en esta área.

Pero lo que hace este muchacho flamenco-jazz.
Y la fusión es la mejor fusión de estilos que he visto yo en muchísimo tiempo, si no en toda mi vida.

Comenzó cantando una canción (él lo dice así, humildemente, como si nada, “esta es una canción”…), por fandangos, en la que los músicos que le rodeaban (esa es otra, los músicos que le rodeaban…) destacaron por la forma de llevar el ritmo, son músicos de jazz que no sólo comprenden y se manejan en la rítmica del flamenco, sino que investigan sobre ella, hacen nuevos patrones, nuevas formas de llevar el pulso. De hecho, en ese fandango de repente Antonio Lizana se mete una letra por siguiriyas y le hacen un patrón diferente pero que cuadra perfecto. Hicieron unos cuantos patrones originales también por tangos, acompañaron por alegrías y por soleá, con baile incluido. Cómo baila el Maui de Cádiz, con los pies moviéndosele a velocidad de vértigo. Y a la batería Shayan Fathi, por bulerías, por peteneras, por lo que haga falta, al bajo Jesús Caparrós acompañando de miedo, y al teclado David Sancho con sus sonidos alienígenas, todo tipo de efectos a las teclas pero tan dentro, tan bien situados, tan donde tenían que estar, arropando, abrazando los cantes y los solos, que hasta el público flamenco se volcaba con sus juegos sonoros.

Y luego esas improvisaciones al saxo, virtuosas, exactas, milimétricas y a la vez musicales y sentidas. Y esos cortes perfectos, y esas entradas y salidas, cuando acaba uno empieza el otro, cuando empieza el otro acaba el uno, se sonríen, se señalan, se gustan. Luego deja el saxo e inmediatamente después mete la letra. ¿Cuándo respira ? No le hace falta, no es de este mundo. Las letras son bonitas, las melodías, pegadizas. Lleva mensaje. “Fronteras, pintadas al azar, el tiempo las volverá a borrar” emocionó a toda la sala. Se desenvuelve como pez en el agua en el escenario, hablando, bromeando. Es más salao que to las cosas, al más puro estilo de Cádiz. Si es que hasta es guapo el tío. En serio, lo analices por donde lo analices como músico y artista, traspasa todos los niveles de calidad.

Foto : Rosa Blanco

Y esta noche le acompañaron como artistas invitados dos de los más grandes del mundo del flamenco, Carmen Linares y Pepe Habichuela. Elecciones perfectas para compaginar con su rollo ; flamencos de mente abierta, dispuestos a mezclarse con otros estilos, a aprender continuamente a pesar de tener ya una carrera entera a sus espaldas. Flamencos siempre dispuestos a colaborar con los más jóvenes. Carmen Linares y Pepe Habichuela son flamencos que son como él, que les quiere todo el mundo porque hacen bien las cosas y son personas ejemplares. No le echó atrás a Carmen Linares que la petenera estuviera envuelta en sonidos jazzeros de principio a fin, se sumergió en el ambiente y la cantó con una maestría y una solemnidad infinitas. Pepe Habichuela acompañó a Antonio (a la voz y al saxo) unas alegrías que levantaron al público. Al final de la actuación, en el fin de fiesta, tampoco se amilanó tocando con los músicos de jazz, a seguir al cante y a meterse de oído discretamente en los solos instrumentales, que para eso lleva toda una vida trabajando con el oído y el gusto, no iba a echarse atrás ahora. El público se volcó con estas dos aportaciones de los dos ídolos del flamenco arropando a “la juventud”, como dijo Carmen.

Arropando a otro futuro ídolo. Que, si no lo es ya, lo será. Porque los que muestran un nivel tan, tan altísimo de conocimiento y talento, y una elaboración tan ardua y creativa de su trabajo, y sólo van a más, sólo van a más… A esos se les ve que son grandes desde el principio.

Mario Herrero Monreal





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